Ver Viajes del Mundo en un mapa más grande

lunes, 15 de septiembre de 2014

EOTHEN, de Alexander W. Kinglake



¿Qué mejor alabanza de Eothen que esta de Felix de Azua? Para Félix de Azúa (Barcelona, 1944), si hay un ejemplar en su biblioteca que destaca por su calidad y rareza ése es Eothen, de A. W. Kinglake(1809-1891), “el perfecto relato de aventuras escrito por un caballero británico. Un modelo literario y moral sobre la libertad entendida como aventura solitaria”, explica el filósofo, a quien se lo descubrió Juan Benet, “gran aficionado a los libros de viajes victorianos”. 
Mercado de Jerusalen, decada 1890

    No cabe duda: Eothen es un libro que trasciende las diferentes epocas de la historia. En la actualidad, cuesta creer que un anglosajon pueda cruzar oriente próximo sin demasiadas trabas. Sin embargo, al cruzar Siria, Libano e, Israel hasta El Cairo y media vuelta en 1834, ¿encontraria esa insidia etnica, cultural y religiosa que atenaza a los hombres de esas tierras desde el final de la II Guerra Mundial? ¿Encontró Kinglake la piedad en las tres religiones del Libro?

Mujeres sirias haciendo pan
    Alexander W. Kinglake tenia muy claras su ideas el dia que dijo adios a Europa occidental: sería un extranjero, pero un extranjero inglés, lo cual marca la diferencia en cualquier contexto. Y de esa honra vamos a saber que en todas las plazas que visita deja huella, a sabiendas que es embajador del Imperio Britanico, la superpotencia del momento, y la admiración del planeta. Con esa premisa esencial, Kinglake decidió poner su atención en el mundo musulman y judio. Algo asi, en 1834, suponía una distancia fisica y mental enorme, una distancia que solo la lectura de experiencias como estas nos da la medida. Es la sensación que transmite el libro desde los inicios, cuando Kinglake cruza el Danubio para penetrar en el Imperio Otomano enmpezando por Budapest. Parece que cambiara de planeta. Y sin embargo, las observaciones certeras, el lenguaje directo e ironico, consiguen llevarnos a unas sociedades todavia medievales, ancladas en formas de vida ancestrales como la de los beduinos, o en peregrinajes a Jerusalen como debieron llevarse a cabo hace siglos, ilustrado convenientemente además con anécdotas de los conflictos que católicos, ortodoxos y armenios guardan entre si en los Santos Lugares.
Belen hacia 1860


    "...el deseo caprichoso de viajar por Oriente: los valles y los marjales de Inglaterra ya no pueden reteneros; con gran energía huís de estos pedazos de tierra libre, os abrís paso entre las multitudes de Europa y, por fín, cuando estáis en los márgenes del Jordán, y advertís con alegría que ante vosotros está la mismisima frontera de toda clase de respetabilidades. Allá, en la otra orilla del río, reina la gente que facilmente puede mataros por no ser un vagabundo, por no ser un ladrón, por no ir armado y por estar sin hogar. Quien está harto de la pobre y querida Europa -esa aya madura, severa, pedante y activa-, encuentra ahí el consuelo y la fuerza que le son precisas"

    Es una relato entretenido, una delicia de narración que merece un mayor reconocimiento dentro de los libros de viaje. Kinglake lo observó todo y, habló con los que pudo para dejarnos un vivo retrato a los que, por un lado, nunca se embarcarian en un viaje como ese (la inmensa mayoria de sus coetaneos) y a los que, siglos después, nos preguntamos cómo debió ser esa parte del mundo antes de convertirse en un surtidor de malas noticias.
Fuente de la Viorgen, Nazaret

 "Ya es conocido el triste y sombrío decoro que reina aparentemente en las tierras oprimidas por el dominio musulman. Los mahometanos hacen de la belleza una esclava e imponen una moralidad tan austera y lúgubre, que a la larga el viajero parte aburrido sin haber podido vislumbrar ninguna exteriorización de contento"

    El relato salta de Budapest a Constantinopla, cruza el Bosforo, visita el páramo de Troya con el recuerdo omnisciente de Homero. En general su idealización del mundo helénico viene a salvar la ramploneria que advierte en los griegos del momento y sus desoladoras ruinas. Chipre, Beirut y uno de esos encuentros muy curiosos del viaje: una inglesa amiga de la familia, metida a profetisa entre los beduinos. El viaje sigue los hitos trazados en el Evangelio: Tiberiades, Nazaret, el Jordán, el Mar Muerto... con cuatro pinceladas adecuadas tenemos el paisaje y sus gentes (la que siempre da que hablar).

Piramides de Giza, hacia 1870-1875
    "Me bañé en el Mar Muerto. (...) De antemano sabía que no podría hundirme en esa agua boyante, pero me sorprendió advertir que no podía nadar como de costumbre. Las piernas y los pies se elevaban tanto por encima de la superficie que mi brazada se frustró y me vi pataleando en el aire en lugar de hacerlo en el líquido sobre el que estaba nadando"

    En Jerusalem, por ejemplo, le asombra que ningun judio dude de que Jesus hicera milagros de verdad. Le llaman "el buen mago" (el siglo XIX está lleno de criticos y apologistas del cristianismo, de gente que busca confirmaciones del Jesus historico, como de personas buscando su negación histórica)

    "La primera noche de campaña (aunque se sea solo un simple y pacifico excursionista) constituye un momento glorioso en la vida. ¡Es tan hermoso verse libre de la vieja civilización de Europa! Amigo mío, cuando extiendas tu saco por primera vez en medio de estos escenarios orientales, piensa por un momento en tus semejantes que habitan en plazas y calles, e incluso (¡porque tal es el destino de muchos!) en verdaderas casas de campo; piensa en la gente que 'está ofreciendo sus respetos', y 'solicitando el honor de' y 'lamentándolo infinito', en esos que se encuentran aherrojados a mesas de banquete, clavados en una sala de baile o cruelmente instalados en congregaciones, piensa en ellos, y así, recordando a los muchos pobres diablos que viven en estado de extrema respetabilidad, disfrutarás al máximo de tu deliciosa evasión"
Desierto, hacia 1870-1875


    Como si imitara a Stendhal, también Kinglake anotó las reglas para ligar en Tierra Santa (parece que no perdía ocasión). Conforme pasan las semanas, Kinglake cumplia sus sueños: viajar en una caravana del desierto sobre un camello, entrar en una ciudad donde la gente cae como moscas por la peste: este es Kinglake. Como ese otro encuentro con un compatriota en medio de la nada del desierto: divertido, casi una parodia del sentirse británico hasta la médula. Las piramides, los mercados de esclavos, la peste... En el equipaje, Kinglake no tiene sitio para el miedo.

    Por otra parte, no deja de ser un ejemplo más del europeo que se va aconocer mundo fuera del suyo. Parece la moda de esos años imitar la conquista intelectual de Napoleon de los origenes de la civilización occidental. Y disfrutar de la sensualidad oriental, como también hiciera Flaubert. O Lord Byron. O como en pleno siglo XX, Patrick Leight Fermor.

El Cairo Mezquita el Mouaiyad [Mu'ayyad], hacia 1870-1875
    Por buscarle un pero, diré que el final es demasiado abrupto. Pero el libro me ha encantado, siento que si el mundo musulman que describe esta muy lejano ahora, el hombre que me lo transmite me parece muy cercano.. Una pena que un libro tan ameno tenga tan poca difusión entre nosotros. Espero que estos libros se encuentren al alcance del lector que lo sepa valorar: yo lo encontré en la tienda de Medina Azahara, Cordoba en este año 2014. Fue editado por primera vez en Londres en 1844: un exito de ventas inmediato.

    Para echarle un vistazo al libro, en versión inglesa: EOTHEN
    Un artículo sobre Eothen en El Mundo: Eothen

EOTHEN, de Alexander W Kinglake. Editorial Valdemar, 1997, 303 paginas.

No hay comentarios: