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miércoles, 14 de junio de 2017

LA CRISIS DE LOS JUDÍOS RUMANOS. LEÓN TROTSKY, de Joshua Rubenstein

LA CRISIS DE LOS JUDÍOS RUMANOS. LEÓN TROTSKY, de Joshua Rubenstein 

    "En agosto de 1913 Trotsky remitió tres artículos esenciales sobre los judíos rumanos a Kievskaya Mysl. Haciendo acopio de toda la ira que fue capaz de acumular, dejaba claro que los 300 000 judíos de Rumanía, privados de ciudadanía, eran parte del pueblo más perseguido de toda Europa. Infinidad de leyes restringían su participación en la vida civil, los lugares donde podían vivir y cuántas tierras podían poseer. A los niños judíos se les prohibía asistir a las escuelas primarias públicas. «Un judío no puede ser abogado, propietario de una farmacia, comerciante, ni agente de bolsa», informaba. Pero el gobierno exigía a los judíos que pagaran impuestos y los reclutaba para el ejército como si fueran ciudadanos normales. No pudo concluir más que «el antisemitismo se ha convertido en la religión de Estado, el cemento psicológico último que mantiene unida a una sociedad feudal podrida de arriba abajo».
    Trotsky siguió describiendo el fracaso de las potencias europeas a la hora de proteger a los judíos de Rumanía. Según el Tratado de Berlín de 1878, Rumanía estaba obligada a garantizar la igualdad de derechos a todas las minorías nacionales. Trotsky manifestó su asombro al informar de que el canciller alemán Otto von Bismarck había hablado enérgicamente en defensa de los judíos de Rumanía más o menos en la misma época. «Ejerciendo como una especie de albacea del Congreso de Berlín, [Bismarck] se negaba a entablar ningún tipo de conversaciones diplomáticas con Bucarest mientras los judíos no gozaran de los mismos derechos que los demás […] Llamaba la atención —proseguía Trotsky— lo próximo que está el corazón del Canciller de Hierro de los intereses de los judíos moldavos; los intereses de los Hohenzollern en esa monarquía oriental no eran nada para él frente al destino de algunos parias sin derechos». Entonces Trotsky dio a conocer lo que había debajo de la aparente sensibilidad de Bismarck. El canciller estaba embarcado en una compleja maniobra para presionar al gobierno rumano a fin de que adquiriera acciones del propio ferrocarril rumano, generosamente financiado por banqueros alemanes que quebraron cuando el proyecto fracasó. Y el barón Gerson von Bleichröder, un banquero judío personalmente cercano a Bismarck y al káiser Guillermo I, era uno de los principales financieros que aspiraba a recuperar las pérdidas. «Poco a poco fue quedando claro que esa era la principal condición de Bismarck. Las abstracciones desnudas sobre la igualdad de derechos de los judíos eran engullidas por las gruesas acciones de los bancos de Bleichröder». Bismarck actuaba a su estilo. El asunto equivalía a «[…] una colosal pieza de chantaje político y financiero, en que lo que había en juego eran los cien millones de marcos invertidos por la nobleza prusiana […] [mientras] que los derechos de los judíos de Rumanía ejercían de medio de extorsión». Una vez formalizado el trato, la «“resolución” de la cuestión judía quedó reducida a una formalidad vacía con la nacionalización de 900 judíos que habían prestado servicios en la campaña turca de 1876-1878. Los 299 100 judíos restantes quedaron en la misma situación que antes del Congreso de Berlín […] Cuando se leen los documentos diplomáticos relativos a este asunto y la correspondencia privada de las partes implicadas, nunca se puede evitar cierto sentimiento de asco profundo», concluía Trotsky."

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