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miércoles, 14 de junio de 2017

LAS SS Y HIMMLER. LOS HERMANOS HIMMLER, de Katrin Himmler

LAS SS Y HIMMLER. LOS HERMANOS HIMMLER, de Katrin Himmler 

    "Gebhard Himmler sénior daba gran importancia a su reputación social, ganada a pulso, en especial tras haber recibido en diciembre de 1926 el título más alto que podía alcanzar, el de «consejero privado de enseñanza». La profesión estrambótica de Heinrich, su militancia en las filas de un partido político marginal, su enlace con una mujer divorciada y mayor... todo ello debía de confirmar una y otra vez los temores del padre de que ese hijo no llegaría a cumplir las ambiciosas expectativas de la casa paterna y que más bien comprometería el renombre de la familia. Las relaciones entre ambos no se distendieron hasta que Heinrich, tras el éxito electoral del NSDAP en septiembre de 1930, obtuvo un escaño de diputado en el Reichstag, lo que debió de mejorar enormemente su consideración en el seno familiar. Su padre comenzó a habilitar archivadores en los que iba pegando todos los recortes de periódico que mencionaban a su vástago. «De la vida política de nuestro q[uerido] hijo Heinrich», fue el rótulo que puso a esas carpetas, que contenían principalmente recortes del Völkischer Beobachter, órgano oficial del NSDAP. Pensar que mis bisabuelos, que eran personas cultas, leían ese primitivo tabloide difamatorio no deja de sorprenderme, aunque en los años 1929-30 las andanadas nacionalistas y antisemitas habían bajado de tono —tanto en la gaceta oficial como en los discursos de Hitler— para atraer al Partido a capas más amplias del electorado. Una estrategia que, en efecto, tuvo éxito.
    Heinrich debió su carrera parlamentaria al incremento vertiginoso de votos del NSDAP, que en las elecciones al Reichstag del 14 de septiembre de 1930 alcanzó el 18,3% de los sufragios, frente al 2,6% obtenido en los comicios de 1928. Se convertía así en la segunda fuerza por detrás del SPD y en adelante trató de corregir su imagen de banda de matones. Hasta esas fechas, en las regiones predominantemente católicas existían fuertes reservas hacia los nazis, mientras que en las zonas mayoritariamente protestantes un considerable número de electores procedía ya de la alta burguesía.
Sin duda, no era casualidad que Heinrich, con su educación burguesa, ya entonces se interesara más por la elitista SS que por la SA —cuyo «gamberrismo» repelía a los círculos conservadores—, aunque en el pasado hubiera colaborado con su jefe, Ernst Rohm, el «buen capitán». Tenía un fino olfato para los cambios de viento. Ya en 1927 había sido nombrado lugarteniente del Reichsführer SS, y en enero de 1929 se hizo jefe de esta organización. Desde un principio, su objetivo fue crear una élite racial en el seno del movimiento nacionalsocialista, con personas de aspecto nórdico que habían de cumplir una talla mínima. Hasta finales de año se dedicó a transformar la pequeña tropa de protección en una organización de 1.000 hombres que atraía a cada vez más exoficiales y aristócratas, entre ellos muchos antiguos integrantes de los cuerpos libres. En abril de 1931, la SS contaba con más de 3.000 miembros y era ya una referencia en el movimiento nazi, aunque seguía siendo mucho más pequeña que la SA. Hitler le dio la consigna de «hombre de la SS, tu honor es la fidelidad». A partir de agosto de 1931, Himmler encargó a Reinhard Heydrich, oficial de inteligencia licenciado de la Marina, la creación de un servicio de seguridad propio de la SS. En el verano de 1932, este servicio fue bautizado con el nombre de «SD», y en mayo de 1934 se le otorgó el monopolio de la inteligencia dentro del Partido, lo que encarriló decisivamente los esfuerzos de Himmler por hacer de la SS la élite del Partido.
    La creación de un cuerpo de protección fiel al Führer por parte de Heinrich permitió a sus padres sentirse otra vez pertenecientes a una nueva élite, lo mismo que a sus hermanos, que hacia 1930 se adhirieron cada vez más claramente a los nazis. Gebhard, el mayor, se dedicaba durante esos años a la enseñanza, en Múnich, y parece que fue un buen profesor, pese a su formación exclusivamente técnica. «La pedagogía no se aprende: hay que haber nacido para ella», explicaría más tarde a la mayor de sus hijas. Las evaluaciones siempre positivas por parte de sus superiores parecían confirmar la valoración que hacía de sí mismo. En un «reconocimiento de sus servicios» de 1929 se le acreditaba «una destreza notable para la docencia y la educación», y, además, se lo calificaba de «esmerado y cumplidor». Similar es la evaluación de 1931, que menciona igualmente su «buen contacto con los alumnos», su «disciplina» y su «puntualidad»."
Hitler y Himmler observan figuras de porcelana de Allach en abril 1944.

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