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viernes, 23 de junio de 2017

LENIN VS. TROTSKY. LEÓN TROTSKY, de Joshua Rubenstein

LENIN VS. TROTSKY. LEÓN TROTSKY, de Joshua Rubenstein 

    "Las diferencias personales también contribuyeron a aumentar las reticencias de Trotsky. Por temperamento, Lenin y él eran casi extremos opuestos. Lenin tenía una veta puritana manifiesta y dedicaba todas sus energías a la causa de la revolución. Vivía con austeridad, solo leía libros que tuvieran algo que ver con su trabajo y se esforzaba al máximo por evitar complacencias sentimentales. En una ocasión, después de escuchar un concierto de la sonata Appassionata de Beethoven, señaló refiriéndose a sí mismo que «no debía escuchar música con demasiada frecuencia. Me hace querer decir cosas amables y estúpidas y allana las cabezas de las personas». Trotsky no era así en absoluto. Aunque no fumaba y casi siempre evitaba beber alcohol, disfrutaba del arte y de la música, leía mucho en varios idiomas, participó en la educación de sus hijos con su segunda esposa y le encantaba ir de caza y de pesca. Mientras que Lenin vestía como un oficinista, Trotsky, que no reprimía el cuidado de su imagen, vestía siempre como un meticuloso caballero burgués. Lenin era inteligente, pero su genio se limitaba a la acción política; tenía una mentalidad unidireccional. Bertrand Russell conoció a Lenin en 1920 y le quedó la impresión de que era «consciente en esencia de sus limitaciones intelectuales y su ortodoxia marxiana bastante estrecha». Lenin le espantaba. En cambio, Trotsky sentía un entusiasmo inagotable por aprender. Escribió sobre literatura, cultura, ciencia y tecnología. 
    Como hemos visto, fue un periodista y un corresponsal de guerra excelente. Pero las perspectivas de la revolución los reunieron. Lenin necesitaba la energía carismática de Trotsky, su capacidad para enfervorizar a las multitudes. Sin embargo, era este quien realizó el cambio más espectacular en el pensamiento. En sus años de oposición a Lenin, Trotsky rechazó la idea de que un partido de vanguardia tomara el poder con el apoyo de la clase trabajadora. Sin embargo, en la primavera y el verano de 1917, Trotsky comprendió la utilidad de unir sus fuerzas a las de Lenin en un momento en que un partido concreto podía tomar el poder en un país abrumado por los disturbios...
    Trotsky proyectaba una urgencia desafiante de la revolución, mientras que Lenin, que solía quedarse en la parte de atrás, mantenía la mirada fija en el funcionamiento interno del partido. Ahora eran socios en la revolución y sus ideas y personalidades se complementaban. «Acudí a Lenin combatiendo —dijo Trotsky en una ocasión a Max Eastman—, pero acudí sin reservas y por entero»."

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